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  • Foto del escritorKurt Bendfeldt

FUIMOS CRIADOS PARA TENER MIEDO

Desde la cuna, nos meten el miedo. A lo largo de nuestras vidas crecemos con esto, ya que es parte de nuestra sociedad, con tal de mantenernos en la línea para no pasarla.


Por ejemplo, cuando éramos pequeños nos decían “no se suba ahí, se va a caer”, o cuando ya crecemos y queremos ser nuestros propios jefes, se escuchan comentarios como “no deberías abrir esa empresa, que vas a quebrar”; así sucede a lo largo de la vida, nuestro círculo principal es, muchas veces, el que nos mete sin querer el miedo, ya que, como comenté, es parte de la cultura.


El miedo no es una excusa válida, solamente es algo que no conocemos y que pensamos que es malo. Vivir con esto en la mente no solamente nos va a mantener en esa línea sin que nos demos la oportunidad de conocer nuestras habilidades y cualidades.


A veces, los estos pensamientos no vienen de otras personas, sino de uno mismo. Por ejemplo, “tengo miedo que me sea infiel” ¿por qué piensas esto cuando le das a tu pareja lo que necesita para que sea feliz? Mientras tengas este pensamiento negativo, podrías orillar a la relación para se vuelva realidad la infidelidad, pero si liberas tu mente de la duda, las cartas serán claras y ahí podrán hacer compromisos en donde no exista el fallo por ninguna de las dos partes.


En el tema laboral, podremos tener pensamientos como “tengo miedo de perder mi trabajo”, ¿por qué pensamos esto si trabajamos bien? Pero si está en nuestra mente, claro que lo podríamos perder.


¿Podemos cambiar el miedo? Sí podemos y lo haremos rompiendo esas reglas absurdas. Debemos creer en Dios y en nosotros mismos.


Hagamos del miedo un licuado y luego vamos a exprimirlo con valor.




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