Me veo a través de tus ojos
- Kurt Bendfeldt
- 18 sept
- 2 Min. de lectura

Muchas veces creemos que conocemos las razones por las que alguien toma una decisión, pero detrás de cada elección existe un mundo de factores invisibles: la familia, las heridas, las creencias heredadas, la culpa, los celos o la envidia. Todo esto influye en los caminos que las personas escogen, aunque muchas veces esos caminos no las lleven al lugar donde son realmente valoradas.
La vida nos enseña que no siempre gana el sitio donde alguien luchó por nosotros, donde se nos dio amor sin condiciones o donde fuimos vistos como el futuro soñado. A veces gana el ruido de los mundos externos, las cadenas invisibles de creencias equivocadas, o los susurros de quienes buscan manipular. Y en ese proceso, se cierran los ojos al verdadero amor, a la empatía y a la lucha sincera de quienes estuvieron allí sin pedir nada a cambio.
La culpa, lejos de sanar, se convierte en una carga pesada. Es un sistema de creencias que, en lugar de guiar hacia la libertad, encadena con miedos y con silencios. Y lo más duro es que, al decidir bajo esas influencias, muchas veces se renuncia al espacio más auténtico: aquel donde se nos valora, se nos apoya y se nos ama sin reservas.
Pero cuando practicamos la empatía, algo cambia. Comprendemos que detrás de cada elección hay batallas internas que no siempre vemos. La empatía nos enseña que mirar a través de los ojos del otro, aunque duela, puede ayudarnos a entender que no siempre la falta de amor fue la causa, sino el exceso de cadenas invisibles que no supieron romperse.
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:32, RVR1960)
La verdad nos abre los ojos y nos recuerda que el amor auténtico no necesita disfraces. Que a veces, la verdadera valentía está en elegir el lugar donde somos amados sin condiciones.








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