En un mundo donde vivimos de las apariencias, click, fotos con filtros nos hemos convertido a que las comunidades virtuales que son nuestros “amigos” nos den “likes” por babosadas que subimos de nuestros momentos que dejaron de ser íntimos o de familia. Tratamos de compartir todo lo que hacemos por un click de “corazón” o la aprobación de la manita azul.
Esto nos ha llevado a convertirnos en vivir preocupados por quien nos ve, quien nos sigue y hasta quien nos da su mejor opinión de lo que estamos haciendo o haremos. En la gran red encontramos contenido nocivo al alcance de todos sin que esta se encuentre regulada, desde una tanga verde, hasta una foto de alguien que murió. Hemos perdido el tacto con lo que hoy compartimos por estar pendientes a la adicción de los likes. Ahora bien, te has puesto a pensar que dentro de la comunidad de esos amigos virtuales con los que cuentas, realmente con cuantos de ellos cuentas; porque creo que esto es lo que puede de una u otra manera darnos más frio, ya que seguimos por un lado pudiendo estar solo buscando la aprobación, o simplemente tener miles de likes pero de noche nos encontramos en una cama fría.
Difícil el dejar una realidad física en donde no nos encontramos a nosotros mismos, y vivir en una realidad digital donde nos sentimos cerca por momentos o instantes de conexión buscando algo que nos llena momentáneamente. No estoy en desacuerdo con publicar o contar nuestras historias, lo que no estoy de acuerdo es en suplementar una vida por un click o una aceptación que nos lleve a una adicción que cada vez puede ir creciendo en lo que hacemos con tal de conseguir a seguidores. Entre menos enseñemos más likes logramos, quiere decir que si salimos sin nada seremos tendencia, pero que pasaría después de mostrar todo…No hay vuelta atrás.
La responsabilidad también está en las redes, y en el arte de que hagamos y comuniquemos de una manera abierta y clara que queremos no buscando un seguidor más o un click si no porque realmente queremos sumar a nuestra comunidad.
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