Me pedí perdón: Así empezó todo
- Kurt Bendfeldt
- hace 3 días
- 2 Min. de lectura

El verdadero cambio comienza cuando dejás de ser tu peor enemigo.
Durante mucho tiempo, fui mi peor juez.
Y lo digo sin vergüenza, porque sé que no soy el único.
Vivimos en una sociedad que nos exige ser fuertes, acertados, productivos. Que nos empuja a avanzar, pero rara vez nos enseña a mirar hacia adentro con compasión. Y en ese proceso, muchos —como yo— aprendimos a culparnos por cada error, por cada caída, por cada decisión que no salió como esperábamos.
Me reproché por confiar en quien no debía.
Por quedarme cuando debí irme.
Por hablar cuando debía callar… o por callar cuando más debía hablar.
Pero con el tiempo entendí que ninguna transformación real comienza desde el castigo.
El cambio verdadero nace desde la reconciliación interna.
Desde mirarte con honestidad y aceptar, sin excusas, que hiciste lo mejor que pudiste con lo que sabías en ese momento.
Y ahí fue donde todo empezó: cuando me pedí perdón.
No para justificarme.
No para olvidar lo que pasó.
Sino para soltar el látigo invisible con el que me hería cada vez que recordaba mis fallas.
Ese acto, tan simple y tan profundo, me permitió avanzar sin arrastrar pesos innecesarios.
Me permitió empezar a hablarme con el mismo respeto y empatía que sí tengo con los demás.
Y sobre todo, me permitió empezar de nuevo.
Hoy sé que no se trata de borrar el pasado.
Se trata de aprender de él y seguir adelante sin que te rompa el presente.
Así que si estás leyendo esto y sentís que llevás tiempo peleando contigo mismo, cargando culpas que te detienen, reclamándote cosas que ya no podés cambiar…
Te invito a hacer lo mismo que yo hice:
Perdonate.
Sin discursos largos. Sin juicios. Solo con la verdad y la voluntad de sanar.
Porque no hay nada más liberador que dejar de ser tu propio enemigo.
Y no hay mejor punto de partida que ese.
"Y seréis libres, y conoceréis la verdad; y la verdad os hará libres."
— Juan 8:32
Comentarios